10:14 | Autor Iglesia Hogar
1º Día : LA RECONCILIACIÓN
Señor haz de nuestro hogar un sitio de tu amor. 

Que no haya injuria porque Tú nos das comprensión. Que no haya amargura porque Tú nos bendices. 
Que no haya egoísmo porque Tú nos alientas. 
Que no haya rencor porque Tú nos das el perdón. 
Que no haya abandono porque Tú estas con nosotros. Que sepamos marchar hacia ti en tu diario vivir. 
Que cada mañana amanezca un día más de entrega y sacrificio. 
Que cada noche nos encuentre con más amor. 
Haz Señor con nuestras vidas, que quisiste unir, una página llena de ti. 
Haz Señor de nuestros hijos lo que anhelas, ayúdanos a educarlos, orientarlos por tu camino. 
Que nos esforcemos en el apoyo mutuo. 
Que hagamos del amor un motivo para amarte más. 
Que cuando amanezca el gran día de ir a tu encuentro nos conceda el hallarnos unidos para siempre en ti. 
Amén.
9:21 | Autor Iglesia Hogar
San Nicolás, cuyo nombre significa "protector y defensor de los pueblos" fue tan popular en la antigüedad que se le han consagrado en el mundo más de dos mil templos. Era invocado por los fieles en los peligros, en los naufragios, en los incendios y cuando la situación económica se ponía difícil, consiguiendo éstos favores admirables por parte del santo.

Por haber sido tan amigo de la niñez, en su fiesta se reparten dulces y regalos a los niños, y como en alemán se llama "San Nikolaus", lo empezaron a llamar Santa Claus, siendo representado como un anciano vestido de rojo, con una barba muy blanca, que pasaba de casa en casa repartiendo regalos y dulces a los niños. De San Nicolás escribieron muy hermosamente San Juan Crisóstomo y otros grandes santos, pero su biografía fue escrita por el Arzobispo de Constantinopla, San Metodio.

Desde niño se caracterizó porque todo lo que conseguía lo repartía entre los pobres. Unos de sus tíos era obispo y fue éste quien lo consagró como sacerdote, pero al quedar huérfano, el santo repartió todas sus riquezas entre los pobres e ingresó a un monasterio.

Según la tradición, en la ciudad de Mira, en Turquía, los obispos y sacerdotes se encontraban en el templo reunidos para la elección del nuevo obispo, ya que el anterior había muerto. Al fin dijeron: "elegiremos al próximo sacerdote que entre al templo". En ese momento sin saber lo que ocurría, entró Nicolás y por aclamación de todos fue elegido obispo. Fue muy querido por la cantidad de milagros que concedió a los fieles.

En la época del Licino, quien decretó una persecución contra los cristianos, Nicolás fue encarcelado y azotado. Con Constantino fueron liberados él y los demás prisioneros cristianos. Se dice que el santo logró impedir que los herejes arrianos entrasen a la ciudad de Mira.

El santo murió el 6 de diciembre del año 345. En oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la ciudad donde fue obispo, pero en occidente se le llama Nicolás de Bari, porque cuando los mahometanos invadieron a Turquía, un grupo de católicos sacó de allí, en secreto, las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en Italia.

En esta ciudad se obtuvieron tan admirables milagros por su intercesión, que su culto llegó a ser sumamente popular en toda Europa. Es Patrono de Rusia, de Grecia y de Turquía.
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9:21 | Autor Iglesia Hogar
San Nicolás, cuyo nombre significa "protector y defensor de los pueblos" fue tan popular en la antigüedad que se le han consagrado en el mundo más de dos mil templos. Era invocado por los fieles en los peligros, en los naufragios, en los incendios y cuando la situación económica se ponía difícil, consiguiendo éstos favores admirables por parte del santo.

Por haber sido tan amigo de la niñez, en su fiesta se reparten dulces y regalos a los niños, y como en alemán se llama "San Nikolaus", lo empezaron a llamar Santa Claus, siendo representado como un anciano vestido de rojo, con una barba muy blanca, que pasaba de casa en casa repartiendo regalos y dulces a los niños. De San Nicolás escribieron muy hermosamente San Juan Crisóstomo y otros grandes santos, pero su biografía fue escrita por el Arzobispo de Constantinopla, San Metodio.

Desde niño se caracterizó porque todo lo que conseguía lo repartía entre los pobres. Unos de sus tíos era obispo y fue éste quien lo consagró como sacerdote, pero al quedar huérfano, el santo repartió todas sus riquezas entre los pobres e ingresó a un monasterio.

Según la tradición, en la ciudad de Mira, en Turquía, los obispos y sacerdotes se encontraban en el templo reunidos para la elección del nuevo obispo, ya que el anterior había muerto. Al fin dijeron: "elegiremos al próximo sacerdote que entre al templo". En ese momento sin saber lo que ocurría, entró Nicolás y por aclamación de todos fue elegido obispo. Fue muy querido por la cantidad de milagros que concedió a los fieles.

En la época del Licino, quien decretó una persecución contra los cristianos, Nicolás fue encarcelado y azotado. Con Constantino fueron liberados él y los demás prisioneros cristianos. Se dice que el santo logró impedir que los herejes arrianos entrasen a la ciudad de Mira.

El santo murió el 6 de diciembre del año 345. En oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la ciudad donde fue obispo, pero en occidente se le llama Nicolás de Bari, porque cuando los mahometanos invadieron a Turquía, un grupo de católicos sacó de allí, en secreto, las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en Italia.

En esta ciudad se obtuvieron tan admirables milagros por su intercesión, que su culto llegó a ser sumamente popular en toda Europa. Es Patrono de Rusia, de Grecia y de Turquía.
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3:56 | Autor Iglesia Hogar

ABECEDARIO PARA LA NAVIDAD
AGRADECER a Dios el habernos regalado las personas con las que convivimos.

BUSCAR el bien común por encima de los intereses personales.

DAR lo mejor de uno mismo, poniéndose siempre al servicio de los otros.

ESTIMAR a los otros sabiendo reconocer sus capacidades.

FACILITAR las cosas dando soluciones y no creando más problemas.

GANAR la confianza de los otros compartiendo con ellos sus preocupaciones.

HEREDAR la capacidad de aquellos que saben ser sinceros con valentía y respeto.

INTERCEDER por los otros a Dios, antes de hablarle de nuestras cosas.

JUZGAR a los otros por lo que son, no por lo que tienen ni por lo que aparentan.

LIMITAR las ansias personales frente a las necesidades del grupo.

LLENARSE con lo mejor que uno encuentra en el camino de la vida.

MEDIAR entre los compañeros que no se entienden.

NECESITAR de los otros sin ningún prejuicio.

OLVIDAR el miedo al qué dirán dependiendo de la opinión de los demás.

PREOCUPARSE por los más débiles o más necesitados.

QUERER siempre el bien de las personas.

RESPETAR las opiniones de los demás, los derechos de las personas y de los animales.

SALIR al encuentro del otro, no esperando que él de el primer paso.

TOLERAR los defectos y límites propios y ajenos con sentido del humor.

UNIRNOS todos para vivir en paz y armonía.

VALORARSE con realismo sin creerse superior a los demás.

X es una incógnita que invita a la búsqueda constante de la verdad con mayúscula.

YUXTAPONER ilusiones y esperanzas, trabajos y esfuerzos por crear fraternidad.

ZAMBULLIRSE sin miedo en el nuevo día que Dios regala cada mañana

fuente: Muro de Carlos Bibbó
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12:51 | Autor Iglesia Hogar

Treinta consejos de San Juan Bosco para el Mes de María: una flor espiritual ofrecida cada día.

  1. Participar con mucho fervor en la Santa Misa.

  2. Poner mucha atención a lo que enseñan los sacerdotes.

  3. Por la mañana a la hora de levantarse no le den gusto a la pereza. Levántense inmediatamente. Dormir demasiado es tan dañoso como comer demasiado.

  4. Pídanle a la Sma Virgen tres gracias todos los días: evitar el pecado, conservar siempre la virtud de la pureza y no tener nunca malas amistades.

  5. Piensen cuál es aquel deber al cual faltan con más frecuencia. Pidan la ayuda divina para poder cumplirlo; prometan a Nuestra Señora que lo van a cumplir.

  6. Pidan excusa a aquellos que han hecho sufrir. Muestren cariño y hagan algún favor a aquellos que le resultan antipáticos.

  7. Por amor de la Virgen Santa estén siempre alegres, mostrando un rostro sereno y hablando de lo que trae alegría y no de lo que entristece.

  8. Digan varias veces cada día “María Auxiliadora, rogad por nosotros”.

  9. Obedezcan siempre. El demonio nada puede contra los obedientes.

  10. Huyan de las malas amistades. Las amistades malas corrompen las buenas cos­tum­bres.

  11. Quizá hay algo en tu vida que es una espina para el corazón de la Virgen. ¿Por qué no arrancas ese mal de tu alma?

  12. Quizá piensas demasiado en el cuerpo y poco en el alma. La muerte se acerca, prepárate.

  13. El ocio es el padre de todos los vicios. Tienes que trabajar más. Nadie ha llegado a tener personalidad trabajando sólo unas pocas horas diarias.

  14. Obedece a tus padres, ámalos, ayúdalos. Recuerda la promesa de la Biblia: “Quien honra a sus padres será feliz”.

  15. Debes pedir tres "S": salud, sabiduría y santidad.

  16. Recuerda que a la hora de la muerte te arrepentirás de haber perdido tanto tiem­po sin provecho para tu alma.

  17. La melancolía es el octavo pecado capital. Aleja de ti la tristeza, porque después del pecado nada te hace más daño que estar triste. Un pedacito de cielo lo arregla todo. Piensa en el Paraíso que te espera.

  18. ¿Crees que las excusas que tienes ahora serán suficientes para tranquilizarte a la hora de la muerte?

  19. Pídele a la Virgen María cada día la gracia de no caer en pecado mortal.

  20. Puedes hacer algo más y no lo haces. Aleja de ti la pereza que tanto perjudica.

  21. Ese vicio que tienes te prepara un gran desastre si no lo corriges.

  22. Refrena tu carácter. ¿No ves que vas perdiendo los amigos? ¿Por qué no eres más tolerante y más caritativo?

  23. La Virgen está contenta porque has hecho algo para ser más agradable a Dios.

  24. Piensa un poco: “Y si murieses esta noche ¿a dónde iría tu alma?”.

  25. ¡Si pudieras ver el estado de tu alma! No vayas a acostarte esta noche sin hacer un buen acto de contrición y un propósito de cambiar de vida.

  26. ¡Ánimo! Invoca a María Santísima y Ella resolverá tus dificultades.

  27. Más obras y menos palabras.

  28. Que tus palabras sean dignas de un cristiano.

  29. En todas tus obras preocúpate más de cómo las juzgará Dios, que de lo que pen­sarán de ella los hombres.

  30. Jesús Sacramentado te espera en la Iglesia. ¿Por qué no vas a visitarlo más a me­nudo? Sé apóstol de la Eucaristía.

17:26 | Autor Iglesia Hogar
Autor: Cristina Cendoya de Danel | Fuente: Catholic.net
¿Qué es la Unción de los Enfermos?
La U¿Qué es la Unción de los Enfermos?nción de los Enfermos nos prepara para dar el paso a la vida eterna


¿Qué es la Unción de los Enfermos?
La Unción de los Enfermos es una preparación para el paso de esta vida a la gloria eterna y son muchos los efectos y gracias que confiere al enfermo para prepararse para la entrada a la vida eterna. El enfermo que confía en sus propias fuerzas, podría desesperarse, pero Cristo viene a él para reconfortarlo en estos momentos.

Este sacramento es un sacramento de “vivos”, por lo tanto, incrementa la gracia santificante en el enfermo.

Se recibe la gracia sacramental propia de la Unción de los Enfermos, que es una gracia de consuelo, de paz y de ánimo para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de la vejez. Esta gracia es un don del Espíritu Santo que nos lleva a renovar la confianza y la fe en Dios y fortalece al alma para que sea capaz de vencer las tentaciones de desaliento, y de angustia, especialmente. (Catec. n. 1520).

Por la gracia sacramental, es posible que el enfermo obtenga la curación, si es conveniente, la salud corporal. La asistencia del Espíritu Santo tiene como objeto conducir al enfermo hacia la curación del alma, pero si es la voluntad de Dios, también puede recuperar la salud. (Cfr. Catec. n. 1520). Por ello es conveniente no esperar hasta el último momento para la administración de este sacramento, los sacramentos no tienen como fin hacer milagros, al dejar hasta el final este sacramento, se podría estar poniendo obstáculos para su eficacia.

La unción de los enfermos puede obtenernos el perdón de los pecados veniales y la remisión de las penas del purgatorio, pues son obstáculos que impiden la entrada al cielo. Este efecto depende de la debida disposición que tenga el sujeto que lo recibe, se necesita un verdadero dolor de corazón, en otras palabras, estar totalmente arrepentidos. Normalmente, este sacramento va acompañado de indulgencia plenaria, la cual perdona la pena temporal.

Hemos mencionado que este sacramento es de “vivos”, es decir, se debe de recibir en estado de gracia, sin pecados mortales. No fue instituido para perdonar los pecados graves, para esto está el Sacramento de la Reconciliación. Pero, en caso de que la persona no se pueda confesar y este completamente arrepentida, la unción perdona los pecados mortales. Esto fue declarado en el Concilio de Trento, además de estar insinuado en el texto de Santiago ya mencionado.

Si posteriormente, la imposibilidad de confesarse se resuelve, el enfermo tiene la obligación de acudir a la Reconciliación.

Este sacramento no es absolutamente necesario para la salvación, pero a nadie le es lícito desdeñarlo, por lo tanto se debe de procurar que los enfermos lo reciban lo antes posible en caso de una enfermedad grave o crónica, o en la ancianidad. Sobre todo se debe de recibir cuando se está en plena facultades mentales.

El cristiano está obligado a prepararse lo mejor posible para la muerte, por lo que las personas allegadas a él tienen el deber – grave – de procurar que lo reciba, ya sea presentándole la conveniencia de hacerlo, ya sea mencionándole que se encuentra en una situación de alto riesgo. Pero, siempre siendo prudentes, utilizando el sentido común y la caridad. Muchas veces no se hace por el temor de asustar al enfermo, siendo que en la mayoría de las veces, lo que se tiene es una visión equivocada de la muerte en el sentido cristiano. Normalmente el enfermo acoge la sugerencia con serenidad, sobre todo si se le explica que es por su bien.

La Iglesia, además, ofrece junto a este sacramento, la Eucaristía como viático, “a aquellos que están a punto de salir de esta vida”. La Eucaristía es el paso de la muerte a la vida. (Cfr. Catec. n. 1524). Recordemos las palabras de Jesús: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”. ( Jn. 6, 54)

La Unción de los Enfermos puede recibirse más de una vez, pues no imprime carácter. Antiguamente solamente se administraba una vez en la vida, pero actualmente se puede recibir varias veces. Si se ha administrado durante una enfermedad grave y se recobra la salud, al presentarse otra enfermedad grave, se puede volver a recibir o en el caso de una enfermedad que se agrave el enfermo, se puede recibir nuevamente, o cuando es una enfermedad crónica, en la cual se necesita fortaleza para sobrellevarla, o en la vejez.

Por la gracia de este sacramento, el enfermo recibe la fuerza y el don de unirse de manera más íntima a la pasión de Cristo. El sufrimiento, fruto del pecado original, obtiene un nuevo sentido, y se participa con él en la obra salvífica de Jesús.

Al unirse libremente a la pasión y muerte de Cristo, por medio de este sacramento, los enfermos contribuyen al bien del Pueblo de Dios. Al celebrar la Unción de los Enfermos, la Iglesia, por la comunión de los santos, intercede por el bien del enfermo. Y este, a su vez, por la gracia de este sacramento, contribuye a la santificación de la Iglesia y al bien de todos los hombres por los que la Iglesia sufre y se ofrece, por Cristo, a Dios Padre.

La Unción de los Enfermos es un escudo para defendernos ante las últimas luchas en nuestra vida y así entrar a la Casa del Padre. Nos prepara para dar el paso a la vida eterna.
6:37 | Autor Iglesia Hogar
Hoy, celebramos junto con toda la Iglesia, la Presentación en el Templo de la niña Santa María.

Es en una antigua y piadosa tradición que encontramos los orígenes de esta fiesta mariana que surge en el escrito apócrifo llamado "Protoevangelio de Santiago". Este relato cuenta que cuando la Virgen María era muy niña sus padres San Joaquín y Santa Ana la llevaron al templo de Jerusalén y allá la dejaron por un tiempo, junto con otro grupo de niñas, para ser instruida muy cuidadosamente respecto a la religión y a todos los deberes para con Dios.

Históricamente, el inicio de esta celebración fue la dedicación de la Iglesia de Santa María la Nueva en Jerusalén en el año 543. Estas fiestas se vienen conmemorando en Oriente desde el siglo VI, inclusive el emperador Miguel Comeno cuenta sobre esto en una Constitución de 1166.

Más adelante, en 1372, el canciller en la corte del Rey de Chipre, habiendo sido enviado a Aviñón, en calidad de embajador ante el Papa Gregorio XI, le contó la magnificencia con que en Grecia celebraban esta fiesta el 21 de noviembre. El Papa entonces la introdujo en Aviñón, y Sixto V la impuso a toda la Iglesia.

Oración:

Santa Madre María,
tú que desde temprana edad te consagraste al Altísimo,
aceptando desde una libertad poseída
el servirle plenamente como templo inmaculado,
tú que confiando en tus santos padres,
San Joaquín y Santa Ana,
respondiste con una obediencia amorosa
al llamado de Dios Padre,
tú que ya desde ese momento
en el que tus padres te presentaron en el Templo
percibiste en tu interior el profundo designio de Dios Amor;
enséñanos Madre Buena a ser valientes seguidores de tu Hijo,
anunciándolo en cada momento de nuestra vida
desde una generosa y firme respuesta al Plan de Dios.

Amén
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6:13 | Autor Iglesia Hogar
El arte de ser feliz, según Ignacio Larrañaga
Entrevista con el Padre Larrañaga autor de más de una decena de libros con los que pretende ayudar al hombre moderno a salir de su angustia y encontrar la felicidad
El arte de ser feliz, según Ignacio Larrañaga
El arte de ser feliz, según Ignacio Larrañaga
Habla el fundador de los «Talleres de Oración»

13/05/08

El padre Ignacio Larrañaga, sacerdote franciscano, capuchino, fundador de los Talleres de Oración (http://www.tovpil.org), que han beneficiado a más de diez millones de personas, es uno de los maestros del espíritu de estos inicios de milenio.

Autor de más de una docena de libros que han sido traducidos a más de diez idiomas, ha tenido una enorme influencia con su pedagogía que vincula la oración con la vida concreta, especialmente, con la vida de matrimonio.

Es autor de uno de los libros de espiritualidad de más éxito en estos momentos, «El arte de ser feliz» (LibrosLibres), que ya ha llegado a su séptima edición, con el que pretende ayudar al hombre moderno a salir de su angustia y encontrar la felicidad.

Así lo explica en esta entrevista este misionero, cuya obra, con reconocimiento pontificio, se ha extendido por todos los continentes.

¿Es posible que el hombre sea realmente feliz?

--P. Larrañaga:
Aunque mágica, la palabra felicidad no deja de ser una palabra equívoca. En realidad nadie es feliz, completamente feliz. Puede haber momentos de éxtasis o exaltación y en esos momentos parece que se ha llegado a la plenitud de la felicidad; pero ¡vana ilusión!, son momentos efímeros, fugaces. Puede haber ráfagas de felicidad, copas de alegría, pero ¿la´ felicidad misma? No. Lo que aborta la felicidad es el sufrimiento, y aquí podemos establecer una ley de proporcionalidad; cuanto más sufrimiento, menos felicidad; cuanto menos sufrimiento, más felicidad. «El arte de ser feliz» enseña a eliminar o aminorar cualquier sufrimiento y, por este camino, enseña no a ser feliz, pero sí a ser más feliz. He ahí el arte.


Un hombre que sufre enfermedad o dolor físico, ¿puede ser feliz?

P. Larrañaga:
Se puede decir que cualquier dolor corporal ya ha sido eliminado con las medicinas modernas. Pero, ¿y la enfermedad? El problema de la enfermedad no es la perturbación biológica sino la resistencia mental que tiene la angustia. La angustia es el peor aguijón de la enfermedad. Un enfermo inundado de una gran paz es un enfermo feliz.


Este libro enseña precisamente eso: arrancar a la enfermedad su peor aguijón que es la angustia. Transformar la enfermedad en la «hermana enfermedad» y hacer del enfermo un «enfermo feliz». He ahí el arte.

Hoy en día vivimos pensando en tener éxito ¿Cómo prepararnos para aceptar el fracaso?

--P. Larrañaga:
Es verdad. Estamos inmersos en una sociedad excesivamente competitiva en la que el más fuerte, el más audaz, el más creativo se lleva la palma en una lucha sin cuartel. Por todos partes se oye el grito romano «ay de los vencidos», es decir, «ay de los fracasados». En esta sociedad no hay lugar para los fracasados; ellos son eliminados con crueldad y sin compasión. Usted me pregunta: ¿cómo aceptar el fracaso sin derrumbarse? Francamente no lo sé; o mejor, lo veo imposible. Tal vez, tan sólo en el espíritu de fe y abandono en Dios, podría suavizar el golpe y ayudarlo a mantenerse de pie. Sin fe es inevitable caerse de espaldas, hecho pedazos.

Hay gente que cree que el hombre se tortura con angustias y obsesiones porque piensa demasiado.

--P. Larrañaga:
No porque piensa demasiado sino porque da vueltas en su mente, e inútilmente, a hechos consumados y episodios tristes. Y de tanto dar vueltas en su cabeza a sucesos tristes de la vida, las personas se hacen temperamentalmente tristes. Los hechos que no tienen solución o la solución no está en nuestras manos ¿para qué darles vueltas en la mente? Hay que dejarlos en manos de Dios.

¿Por qué cree usted que tenemos tanto miedo a que los años se nos pasen y la muerte nos sorprenda sin haber vivido? ¿Cuál es su respuesta a los que temen la muerte?

--P. Larrañaga:
Es un sentimiento hondo, casi siempre inconsciente pero real: se les van pasando los años y están aproximándose al ocaso de la vida. No les falta nada. Por tenerlo todo, hasta tienen salud fisica y mental, pero están dominados por la sensación de que les falta todo. Si les preguntamos por la razón de su vivir, responderán que no la tienen. Es el vacío, la oscura sensación de que se les va la vida sin haberla vivido. Su existencia no ha sido gratificante. ¿Respuesta a los que temen la muerte? No es fácil responder. Es un fenómeno de gran complejidad. Ese temor, para los que no tienen fe, participa del «horror vacui», horror al vacío. Desde luego es un temor irracional: se debería pensar mil veces en la ley universal de que lo que comienza, acaba, ley respetada por todos los seres de la creación, excepto por el hombre.

Al igual que aprendemos a leer, escribir... ¿tenemos que aprender a ser felices? ¿Depende de nosotros o de las circunstancias que nos toque vivir?

--P. Larrañaga:
En la época prehumana, los animales no se hacían problemas para vivir. Todos sus problemas los encontraban solucionados mediante mecanismos instintivos con los que resolvían, casi mecánicamente, sus necesidades elementales. Los animales no pueden ser más felices de lo que son. No tienen problemas. No se aburren. El hombre, en cambio, desde que sale a la luz, todo son problemas: tiene que comenzar a respirar, alimentarse, a andar, a hablar... y así, a lo largo de los años, y hasta la muerte, su existencia es un eterno aprender a vivir y ser felices. Es verdad que hay personalidades genéticamente proclives a la tristeza, otras a la alegría. También es verdad que ciertas circunstancias de la vida pueden favorecer u obstaculizar la dicha del vivir. Pero es el lector mismo quien tiene que poner en práctica los medios de autoliberación que el libro entregará y, en un proceso de progresiva superación del sufrimiento humano, avanzar paulatinamente hacia la tranquilidad de la mente, la serenidad de los nervios y la paz del alma.

En la actualidad disponemos de muchos medios materiales, avances tecnológicos... pero la gente parece más individualista, nerviosa, dispersiva, en una palabra, menos feliz. ¿Tendremos que huir a una isla desierta para ser felices?

--P. Larrañaga:
Efectivamente, la sociedad moderna es asesina, digamos así, porque acaba por desintegrar lo más sagrado del hombre que es la unidad interior y la estabilidad emocional. Y por ahí sobrevienen la dispersión, el estrés, y podemos aproximamos peligrosamente hacia la depresión, y todo esto en medio de la sensación generalizada de desasosiego. Para salvamos de una sociedad tan desestabilizadora no necesitamos retiramos a una isla solitaria. Pero tampoco se nos va a regalar la dicha de vivir como un presente de Navidad. El lector tendrá que someterse a un próceso de autoliberación siguiendo las pautas del libro.

Usted da mucha importancia a la oración, ¿necesita de ella para vivir con alegría?

--P. Larrañaga:
Pienso absolutamente que el trato de amistad y la relación personal con Dios favorece enormemente, casi decididamente, la libertad interior, la ausencia del miedo y la alegría de vivir. Además sospecho que la oración y la actitud de abandono son el único camino de la paz profunda. De todas maneras pienso que los golpes rudos de la vida nos despedazarán inevitablemente si Dios está totalmente ausente del corazón.

Y si no tienes fe ¿puedes ser igualmente feliz?

--P. Larrañaga:
Comprendo que puede haber hombres y mujeres completamente agnósticos e igualmente felices. Pero esto por excepción. El hombre, sin fe, tiene que sentir un gran vacío, allá, en la última soledad del ser, en aquel pozo infinito que sólo un infinito puede llenar. En todo caso, todas las reflexiones y orientaciones que entrega «El arte de ser feliz» van dirigidas a los que no tienen fe o la tienen débil.
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12:43 | Autor Iglesia Hogar

18-nov

20:00

Santa Misa

Confirmaciones

Parroquia San José

Balcarce

11:26 | Autor Iglesia Hogar

Mar de Plata, 15 de noviembre La 102� Asamblea Plenaria de obispos, realizada hace unos días en la casa ejercicios El Cenáculo ? La Montonera, de Pilar, tuvo un carácter electivo. No sólo se votó al nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Monseñor José María Arancedo; sino también se eligieron uno a uno los obispos que conformarían las nuevas comisiones y también la Comisión Permanente. Monseñor Antonio Marino fue elegido para ésta última y asimismo como miembro de la comisión de Fe y Cultura.

De esta manera, el Obispo de Mar del Plata ha sido constituido miembro de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina, ya que fue elegido como delegado de los once obispos de la Región Platense, que abarca las diócesis de La Plata, Mercedes-Luján, Zárate-Campana, Chascomús, Nueve de Julio, Mar del Plata, Azul, Bahía Blanca, La Pampa.

La Comisión Permanente está integrada por la Mesa Ejecutiva -presidente, vice 1�, vice 2�, secretario-; por los presidentes de las nueve comisiones estatutarias -Fe y Cultura, Catequesis, Ministerios, Vida Consagrada, Liturgia, Pastoral Social, Educación Católica, Apostolado de los Laicos y Comunicación Social-; los delegados de las ocho regiones pastorales ?entre las que se encuentra la platense-, y el Presidente del Consejo de Asuntos Económicos. Esta comisión, congrega a unos 23 obispos y normalmente se reúne tres veces al año. Según los estatutos, "la Comisión Permanente mantiene una atención pastoral constante sobre la realidad argentina, tanto general como regional, procurando reconocer en ella los desafíos que presenta a la acción evangelizadora". A ella le corresponde, entre otras funciones, preparar el desarrollo y el temario de cada Asamblea Plenaria, publicar declaraciones cuando las circunstancias lo requieran y no fuera posible esperar la decisión de la Asamblea Plenaria y resolver aquellas cuestiones que no exijan a decisión de la Asamblea Plenaria.

Monseñor Marino es igualmente uno de los seis miembros de la Comisión Episcopal de Fe y Cultura, que se ocupa de asuntos doctrinales y de promover el diálogo entre los principios del Evangelio y la realidad cultural vigente. A esta área pertenecen también el Seguimiento Legislativo y la tutela de los bienes culturales de la Iglesia. Este es el segundo período en el que, el actual Obispo de Mar del Plata, participa en la mencionada comisión; y lo hará hasta el 2014.

5:24 | Autor Iglesia Hogar
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza;
a ti, celestial princesa,
Virgen sagrada, María,
yo te ofrezco en este día
alma, vida y corazón,
mírame con compasión,
no me dejes,
Madre mía.
5:18 | Autor Iglesia Hogar
Mas información del frente de la Basílica de Luján es de estilo neogótico ojival. Está circundada por una reja de hierro forjado que a intervalos presenta el monograma de la Virgen. Se accede al santuario a través de una escalinata de mármol blanco de 15 peldaños que simboliza el acceso del ancianismo a un lugar superior. La fachada se divide en tres plantas: inferior, central y superior. A continuación detallamos las divisiones principales de la fachada exterior de la Basílica:

01: PLANTA INFERIOR: PORTICOS PRINCIPALES DE ACCESO
La PLANTA INFERIOR esta dominada por las tres principales puertas de acceso, cada una de ellas acompañada de cada lado por un manojo de pequeños pináculos, con su correspondiente piñón triangular agudo, horadado en su base, donde está la serie de columnistas y archivoltas concéntricas de estilo, que van disminuyendo de diámetro y que dan entrada a la Iglesia. Los pórticos son de madera, revestidos en bronce. El pórtico central esta dedicado a la República Argentina, el pórtico oeste a Uruguay y el este a Paraguay. En el pórtico central tiene en su frontón ojival un bajo relieve con la imagen de Nuestra Señora de Luján con la frase en latín: "Ave María, félix coeli porta". "Ave María", le decimos, porque así la saludó el Angel Gabriel en su casa de Nazareth, el día de la Anunciación. "Félix coeli porta", añadimos con la Iglesia, porque María nos ha dado a Jesús, que es la llave del Cielo. A cada lado de los portales se eleva una serie de pilastras sobre las cuales descansan un conjunto de arquivoltas, una sucesión de arcos tallados que representan la región cuyana. A los costados de los portales se encuentran las gárgolas que disimulan el sistema de desagüe.


02: PLANTA CENTRAL: APÓSTOLES HORNACINAS LADO ESTE
En la PLANTA CENTRAL encontramos ocho HORNACINAS o nichos que contienen las imágenes de los Apóstoles y los Evangelistas de seis metros de altura cada imagen; y a los costados de cada torre cuatro nichos más que no se pueden ver desde el frente. En las hornacinas del lado este encontramos a San Pedro, San Andrés, San Tomás y Santiago el Mayor; San Matías, San Bernabé, San Judas Tadeo y San Simón.

03: PLANTA CENTRAL: ROSETÓN
En el centro de la PLANTA CENTRAL encontramos un clásico rosetón fabricado en Francia por la empresa Val-D'Osne de 10 metros de diámetro, de piedra y vidrio en el cual su vitreaux radia sus doce pétalos y en el centro se encuentra la imagen de la Virgen.

04: PLANTA CENTRAL: APÓSTOLES Y EVANGELISTAS HORNACINAS LADO OESTE
En las hornacinas del lado oeste encontramos a San Pablo, Santiago el menor, San Felipe y San Bartolomé; y en el costado San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan. Coronando las hornacinas están los demonios, alegorías o quimeras que representan el demonio expulsado del templo.

05: PLANTA SUPERIOR: RELOJ Y CAMPANARIO LADO ESTE
En la base de la PLANTA SUPERIOR se encuentran las ventanas del CAMPANARIO coronadas con un reloj de estilo inglés de 6 metros de diámetro, traído de Rosario. El campanario de la torre este contienen las campanas eléctricas usadas para funerales.

06: PLANTA SUPERIOR: GALERÍA A GIORNO
Uniendo las dos torres del campanario se encuentra una GALERÍA a GIORNO que disimula la caída del techo.

07: PLANTA SUPERIOR: RELOJ Y CAMPANARIO LADO OESTE
Las dos campanas del CAMPANARIO del lado oeste son manuales y se utilizan para responsos. Todas las campanas fueron realizadas con hierro fundido de cañones de guerra europeos.

08: PLANTA SUPERIOR: TORRE ESTE
Coronando la PLANTA SUPERIOR se encuentran las dos torres que culminan con una aguja simétrica que anteriormente estaban rematadas por dos cruces de hierro de seis metros de altura. La cruz de la TORRE ESTE estaba coronada por una cruz con la imágen de la Virgen, la cual cayó el 13 de junio de 2000 sobre la salida lateral izquierda del templo a las 23.20.

09: PLANTA SUPERIOR: TORRE OESTE
La TORRE OESTE se encontraba originalmente coronada por una cruz con el monograma de la Virgen. Esta cruz fue removida el 20 de junio, una semana después de la caída de la cruz este.

MEDIDAS EXTERNAS DE LA BASILICA
ALTURA TOTAL: 106.05 mts.
Alto desde la vereda hasta destacarse las torres: 31,10 mts.
Alto de las torres destacadas: 21,35 mts.
Alto de flechas o agujas: 47,60 mts.
Altura de la cruz de remate: 6 mts.
ANCHURA TOTAL: 68,5 mts.

Frente principal incluyendo los contrafuertes: 42 mts.
Las tres naves con capillas y contrafuertes: 38,70 mts.

LARGO EXTERIOR: 104 mts.

5:11 | Autor Iglesia Hogar


Curiosidades de la Basílica de Luján


El campanario

Vista desde la Plaza Belgrano.

La basílica cuenta con 15 campanas. Cada una de ellas lleva un nombre y un lema. Expresan distintas notas y tienen un diferente peso. La más pequeña cuenta con 55kg. y la más grande 3.400kg., conformando entre todas un peso total de 12.489kg.

En el siguiente detalle, aparecen por su nota, nombre, lema y peso:

  • La Bemol: “Jesús Salvador”. De las fuentes del Salvador sacaréis agua con alegría (3.400kg.).
  • Si Bemol: “María Purísima”. Toda hermosa eres María y no hay mancha alguna en ti (2.430kg.).
  • Do Natural: “Joseph vir justus”. San José, estudio del Señor, rogad por nosotros (1.610kg.).
  • Re Bemol: “San Michael Arcangel”. Príncipe glorioso, acuérdate de nosotros (1.610kg.).
  • Mi Bemol: “San Joanne Baptísta”. Soy la voz que clama: preparad el camino al Señor (947kg.).
  • Fa Natural: “San Petrus Apóstol”. Sobre esta piedra edificaré mi iglesia (670kg.).
  • Sol Natural: “San Paulus Apóstol”. Tú eres vaso de elección, predicador de la verdad. (485kg.).
  • La Bemol: “San Joannes Apóstol et Hic”. Este es el discípulo a quien fueron revelados los secretos celestiales (345kg.).
  • Si Bemol: “Jacobus Apóstol”. Nos vistió por su Apóstol (275kg.).
  • Do Natural: “Santo Tomás Apóstol”. Confeso al Señor diciendo: Mi Señor y Mi Dios (185kg.).
  • Re Bemol: “Santa Rosa Limana” Rosa odorífera que esparce el olor de las virtudes” (147kg.).
  • Mi Bemol: “San Turibius Epíscopus”. Oloroso como el incienso y refulgente como el fuego (108kg.).
  • Fa Natural: “San Antonius de Padua”. Lámpara ardiente y reluciente (82kg.).
  • Sol Bemol: “Santa María”. Santa María, rogad por nosotros (68kg.).
  • La Bemol: “San José”. San José, rogad por nosotros (55kg.).
7:45 | Autor Iglesia Hogar
Oración que rezan las Misioneras de la Caridad
Autor: Hermana Teresa de Calcuta


"Oh, amado Jesús. Ayúdame a esparcir Tu fragancia por donde quiera que vaya.

Inunda mi alma con Tu Espíritu y Vida. Penetra y posee todo mi ser tan completamente, que mi vida entera sea un resplandor de la Tuya.

Brilla a través de mi y permanece tan dentro de mi, que cada alma con que me encuentre pueda sentir Tu presencia en la mía.

¡Permite que no me vean a mi sino solamente a Jesús! Quédate conmigo y empezaré a resplandecer como Tú, a brillar tanto que pueda ser una luz para los demás. La luz oh, Jesús, vendrá toda de Ti, nada de ella será mía; serás Tú quien resplandezca sobre los demás a través de mi. Brillando sobre quienes me rodean, permíteme alabarte como mas te gusta.

Permíteme predicarte sin predicar, no con palabras sino a través de mi ejemplo, a través de la fuerza atractiva, de la influencia armoniosa de todo lo que haga, de la inefable plenitud del amor que existe en mi corazón por Ti.
Amen."
8:19 | Autor Iglesia Hogar

HIMNO A LA CARIDAD ***

San Pablo, 1 Corintios 13, 1-13

(1)Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tuviera caridad, sería como el bronce que resuena o címbalo que retiñe.

(2)Y si tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y si tuviera tanta fe como para trasladar montañas, pero no tuviera caridad no sería de nada.

(3)Y si repartiera todos los bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, pero no tuviera caridad de nada me aprovecharía.

(4)La caridad es paciente, la caridad es benigna; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, (5) no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, (6) no se alegra por la injusticia, se complace con la verdad, (7) todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

(8)La caridad nunca acaba. Las profecías desaparecerán, las lenguas cesarán, la ciencia quedará anulada.

(9)Porque ahora nuestro conocimiento es imperfecto, e imperfecta nuestra profecía.

(10)Pero cuando venga lo perfecto desaparecerá lo imperfecto. (11)Cuando era niño, hablaba como niño, sentía como niño, razonaba como niño. Cuando he llegado a ser hombre, me he desprendido de las cosas de niño.

(12)Porque ahora vemos como en un espejo, borrosamente; entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de modo imperfecto, entonces conoceré como soy conocido.

(13)Ahora permanecen la fe, la esperanza, la caridad: las tres virtudes. Pero de ellas la más grande es la caridad.

*** Sagrada Biblia, Tomo VII, “Epístolas de San Pablo a los Corintios”, 1º Edición 1984, EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA S.A., Pamplona 1984

Traducida y anotada por la Facultad de Teología de La Universidad de Navarra

1-13. El maravilloso himno a la caridad es una de las más bellas páginas de San Pablo. Los recursos literarios de este capítulo van encaminados a presentar con todo su esplendor la caridad. Bajo tres aspectos canta San Pablo la trascendencia del amor: superioridad y necesidad absoluta de este don (vv. 1-3); características y manifestaciones concretas (vv. 4-7); permanencia eterna de la caridad (vv. 8-13).

El amor, la caridad de la que habla San Pablo, nada tiene que ver con el deseo egoísta de posesión sensible o pasional; ni tampoco se limita a la mera filantropía, que nace de razones humanitarias; se trata de un amor dentro del nuevo orden establecido por Cristo, cuyo origen, contenido y fin son radicalmente nuevos: nace del amor de Díos a los hombres, tan intenso que les entregó a su Hijo Unigénito (Ioh 3,16). El cristiano puede corresponder por el don del Espíritu Santo (cfr Gal 5,22; Rom 15,30), y, en virtud de ese amor divino, descubre en su prójimo al mismo Dios: sabe que todos somos hijos del mismo Padre y hermanos de Jesucristo: «Nuestro amor no se confunde con una postura sentimental, tampoco con la simple camaradería, ni con el poco claro afán de ayudar a los otros para demostramos a nosotros mismos que somos superiores. Es convivir con el prójimo, venerar -insisto- la imagen de Dios que hay en cada hombre, procurando que también él la contemple, para que sepa dirigirse a Cristo» (Amigos de Dios, n. 230).

1-3. La caridad es un don tan excelente, que sin ella los demás dones pierden su razón de ser. Para mayor claridad San Pablo menciona los que parecen más extraordinarios: el don de lenguas, la ciencia, los actos heroicos.

En primer lugar, el don de lenguas. Santo Tomás comenta que el Apóstol «con razón compara las palabras carentes de caridad al sonido de unos instrumentos sin vida, al de la campana o los platillos que, aunque produzcan un sonido diáfano, sin embargo, es un sonido muerto. Lo mismo ocurre con el discurso de un hombre sin caridad; aunque sea brillante, es considerado como muerto porque no aprovecha para merecer la vida eterna» (Comentario sobre 1 Coro ad loc.). Hiperbólicamente menciona San Pablo la lengua de los ángeles como supremo grado del don de lenguas.

«No seria nada»: Es una conclusión tajante. Poco después (1 Cor 15,10) afirmará el propio San Pablo «por la gracia de Dios soy lo que soy», dando a entender que del amor de Dios al hombre (la gracia) nace el amor del hombre a Dios y al prójimo por Dios (la caridad).

La ciencia y la fe, que no tienen por qué ir separadas, también adquieren su pleno sentido en el cristiano que vive por la caridad: «Cada uno, según sus propios dones y funciones, debe caminar sin vacilación en el camino de la fe viva, que engendra la esperanza y obra por la caridad» (Lumen gentium. n. 41).

Propiamente el martirio es el supremo acto de amor. San Pablo habla como en los puntos anteriores, de casos hipotéticos o gestos meramente externos, que aparentan desprendimiento y generosidad, pero que son pura apariencia: «Quien no tiene caridad -en palabras de San Agustín- aunque temporalmente tenga estos dones, se le quitarán. Se le quitará lo que tiene, porque le falta lo principal: aquello por lo que tendrá todas las cosas y él mismo no perecerá (...). Tiene la virtud de poseer, pero no tiene la caridad en el obrar; luego como le falta esto, lo que tiene le será quitado» (Enarrationes in Psalmos, 146,10).

4-7. En la enumeración de las cualidades de la caridad, San Pablo, bajo la inspiración del Espíritu Santo, comienza por señalar dos características generales -paciencia y benignidad- que en la Biblia se atribuyen fundamentalmente a Dios. Ambas introducen hasta trece manifestaciones concretas de la caridad.

La paciencia es una cualidad alabada frecuentemente en la Biblia: en los Salmos se dice que Dios es paciente, lento a la ira (Ps 145,8): significa una serena magnanimidad ante las injurias, la benignidad tiene el sentido de inclinación a hacer el bien a todos.

Santo Tomás la explica a partir de la etimología: «La benignidad es como 'buena ignición' -bona igneitas-: así como el fuego hace que los elementos sólidos se licuen y se derramen, la caridad hace que los bienes que tiene el hombre no los retenga para si, sino que los difunda a los demás» (Comentario sobre 1 Cor, ad loc.).

Al atribuir a la caridad cualidades que son aplicables primordialmente a Dios, aprendemos el valor de esta virtud y su excelencia: «La caridad con el prójimo es una manifestación del amor a Dios.

Por eso, al esforzamos por mejorar en esta virtud, no podemos fijarnos limite alguno. Con el Señor, la única medida es amar sin medida. De una parte, porque jamás llegaremos a agradecer bastante lo que El ha hecho por nosotros; de otra, porque el mismo amor de Dios a sus criaturas se revela así: con exceso, sin cálculos, sin fronteras» (Amigos de Dios, n. 232).

«El amor es paciente -comenta San Gregorio Magno- por- que lleva con ecuanimidad los males que le infligen. Es benigno porque devuelve bienes por males.

No es envidioso porque como no apetece nada en este mundo, no sabe lo que es envidiar las prosperidades terrenas.

'No obra con soberbia', porque anhela con ansiedad el premio de la retribución interior y no se exalta por los bienes exteriores.

'No se jacta', porque sólo se dilata por el amor de Dios y del prójimo e ignora cuanto se aparta de la rectitud.

'No es ambicioso', porque, mientras con todo ardor anda solicito de sus propios asuntos internos, no sale fuera de si para desear los bienes ajenos.

'No busca lo suyo', porque desprecia, como ajenas cuantas cosas posee transitoriamente aquí abajo, ya que no reconoce como propio más que lo permanente.

'No se irrita', y, aunque las injurias vengan a provocarle, no se deja conmover por la venganza, ya que por pesados que sean los trabajos de aquí, espera, para después, premios mayores.

'No toma en cuenta el mal', porque ha afincado su pensamiento en el amor de la pureza, y mientras que ha arrancado de raíz todo odio, es incapaz de alimentar en su corazón ninguna aversión.

'No se alegra por la injusticia', ya que no alimenta hacia todos sino afecto y no disfruta con la ruina de sus adversarios.

'Se complace con la verdad', porque amando a los demás como a si mismo, cuanto encuentra de bueno en ellos le agrada como si se tratara de un aumento de su propio provecho» (Moralia, X, 7-8.10).

7. La repetición de la palabra todo en estas últimas notas refuerza el valor absoluto e insustituible de la caridad. No es una hipérbole ni menos una utopía; es el conocimiento, que la Palabra de Dios confirma, de que el amor está en el principio y en el fondo de toda virtud cristiana: «Si todos somos hijos de Dios -recuerda el Fundador del Opus Dei-, la fraternidad ni se reduce a un tópico, ni resulta un ideal ilusorio: resalta como meta difícil, pero real.

»Frente a todos los cínicos, a los escépticos, a los desamorados, a los que han convertido la propia cobardía en una mentalidad, los cristianos hemos de demostrar que ese cariño es posible. Quizá existan muchas dificultades para comportarse así, porque el hombre fue creado libre, y en su mano está enfrentarse inútil y amargamente contra Dios: pero es posible y es real, porque esa conducta nace necesariamente como consecuencia del amor de Dios y del amor a Dios. Si tú y yo queremos, Jesucristo también quiere. Entonces entenderemos con toda su hondura y con toda su fecundidad el dolor, el sacrificio y la entrega desinteresada en la convivencia diaria» (Amigos de Dios, n. 233).

8-13. La caridad es perdurable, no desaparecerá jamás. En este sentido es mayor que todos los demás dones de Dios: cada uno de ellos es concedido en orden a que el hombre alcance la perfección y la bienaventuranza definitiva; la caridad, en cambio es la misma bienaventuranza. Una cosa es imperfecta, comenta Santo Tomás, por doble razón, o porque en si misma tiene defectos o porque es superada en una etapa posterior. En este segundo sentido el conocimiento de Dios en esta vida y la profecía son superados por la visión cara a cara. «La caridad, en cambio, que es amor de Dios, no desaparece sino que aumenta; cuanto más perfectamente se conoce a Dios, más perfectamente se le ama» (Comentario sobre 1 Cor, ad loc.).

San Pablo repite constantemente el consejo de adquirir la cari- dad, vinculo de perfección (Col 3,14), como meta esencial del cristiano. Siguiendo su ejemplo los santos han reiterado la misma doctrina; Santa Teresa se expresaba en estos términos: «Sólo quiero que estéis advertidos que para aprovechar mucho en este camino y subir a las moradas que deseamos, no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho; y asi lo que más os despertare a amar, eso haced.

»Quizá no sabemos qué es amar, y no me espantaré mucho; porque no está en el mayor gusto, sino en la mayor determinación de desear contentar en todo a Dios y procurar en cuanto pudiéremos no le ofender y rogarle que vaya siempre adelante la honra y gloria de su Hijo y el aumento de la Iglesia católica. Estas son las señales del amor» (Moradas. IV, cap. 7).

11-12. «Entonces conoceré como soy conocido»: Según la forma habitual de expresarse en la Biblia se evita repetir el nombre de Dios; el sentido de esta frase es: «Entonces conoceré a Dios como Dios mismo me conoce».

El conocimiento que Dios tiene de los hombres nO es meramente especulativo, sino que lleva consigo una unión íntima y personal que abarca el entendimiento, la voluntad y todas las aspiraciones nobles de la persona. Así, en la Sagrada Escritura se dice que Dios conoce a un hombre cuando muestra por él una especial predilección (1 Cor 8,3), sobre todo cuando lo ha elegido con vocación cristiana (Gal 4,8).

La felicidad en el Cielo consiste en ese conocimiento inmediato de Dios. Para mejor entenderlo San Pablo pone el símil del espejo: antiguamente los espejos se hacían de metal, y la imagen que ofrecían era borrosa y oscura. La comparación de todas formas es igualmente comprensible para nosotros, teniendo en cuenta que -como aclara Santo Tomás- en el Cielo «veremos a Dios cara a cara, porque le veremos inmediatamente, tal como cara a cara vemos a un hombre.

»Y por esta visión nos asemejamos en gran manera a Dios, haciéndonos partícipes de su bienaventuranza: pues Dios comprende su propia sustancia en su esencia y en eso consiste su felicidad. Por eso escribe San Juan (1 Ioh 3,2): Y cuando aparezca.seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es» (Suma contra los gentiles. 111, 51).

En relación con este punto, enseña el Magisterio de la Iglesia que, «según la común ordenación de Dios, las almas de todos los santos que salieron de este mundo (...) ven la divina esencia con visión intuitiva y también cara a cara, sin mediación de criatura alguna que tenga razón de objeto visto, sino por mostrárseles la divina esencia de modo inmediato y desnudo, clara y patentemente, y que viéndola asi gozan de la misma divina esencia y que, por tal visión y fruición, las almas de los que salieron de este mundo son verdaderamente bienaventuradas y tienen vida y descanso eterno» (Benedictus Deus).

13. La fe, la esperanza y la caridad son las virtudes más importantes de la vida cristiana. Se las llama teologales, «porque tienen a Dios por objeto inmediato y principal» (Catecismo Mayor, n. 859), y El mismo las infunde en el alma junto con la gracia santificante (cfr [bid., n. 861).

La fe y la esperanza no permanecen en el Cielo: la fe es sustituida por la visión beatifica, la esperanza por la posesión de Dios. La caridad, en cambio, perdurará eternamente.

Al explicar la excelencia de la caridad sobre la fe y la esperanza, Santo Tomás dice que entre las virtudes teologales será mejor la que una más directamente a Dios: «La fe y la esperanza unen a Dios en cuánto que de El nos vienen el conocimiento de la verdad y la posesión del bien; la caridad, en cambio, nos une al mismo Dios para reposar en El, no para que nos venga ninguna otra cosa de El» (Suma Teológica. 11-11, q. 23, a. 6).